Nuestra sexualidad es coitocentrista. Lo es hasta extremos delirantes.
Podéis comprobarlo simplemente haciendo una pequeña encuesta entre vuestros conocidos. Si plateáis la pregunta "¿Crees que has tenido una relación sexual completa si no ha habido penetración?" Estoy seguro que un porcentaje elevado contestarán "No".
Fresco del lupanar de Pompeya. Autor desconocido |
El coitocentrismo es parte del gran paradigma reproductor que domina la nuestra forma de concebir la sexualidad desde el siglo XIX. Este paradigma podría resumirse de forma grosera en una sola frase: "Las practicas sexuales sanas son aquellas que buscan únicamente la reproducción. El resto de prácticas son enfermizas".
Este paradigma está en crisis desde la década de los 20 del siglo pasado pero aun no ha sido sustituido en su totalidad. Ha cedido en algunos postulados pero continúa fuerte en otros.
Un ejemplo de su fortaleza es la gran aceptación acrítica de las declaraciones del sr Michael Duglas de este fin de semana. El actor atribuyó de forma contundente su cáncer de garganta al haber practicado sexo oral a mujeres. Al parecer se habría contagiado con el virus del papiloma por realizar esta práctica.
Una persona de tal relevancia atrae a los medios de comunicación. La noticia se extendió y continua extendiéndose creando el consecuente temor entre la población. Sí, temor, porque una de las maneras de mantener el paradigmas es el "temorismo". Terrorismo en algunas ocasiones.
Una forma de evitar preocuparse demasiado por las cosas es usar el espíritu crítico y recurrir a los expertos. Estos, al haber estado estudiando el tema, quizá tengan más información que el actor.
Es el caso de Gabriela García, oncóloga en el Instituto Madrileño de Oncología, quien afirma en esta entrevista lo siguiente:
"Casi en el 80% de los pacientes el virus desaparece solo, es decir, el sistema inmune es capaz de destruirlo. El problema es que en un porcentaje relativamente pequeño el virus perdura, y dependiendo del subtipo de VPH que sea –hay más de 100–, produce una patología u otra, desde verrugas hasta tumores. Normalmente el relacionado con este tipo de cánceres suele ser el virus del papiloma 16."
"Bueno, pero la posibilidad existe" dirás. Claro, la posibilidad existe pero en la vida no hay nada sin riesgo. Además ligar un virus al desarrollo de un cáncer como única causa es, cuanto menos, aventurado. Existen mucho cofactores que influyen en el desarrollo de la enfermedad. Entre ellos beber, fumar, tener una vida estresada, padecer depresión, etc...
Como bien dice la doctora en esta misma entrevista: "hay que dejar claro que lo que se contagia no es el cáncer, es el virus".
No estoy en contra de la prevención. Pero de la prevención con cabeza. Meter miedo por si acaso no es, ni será una buena política. Además, no se puede tener diferentes varas de medir en función del problema. Vivimos rodeados de agentes cancerígenos y no por ello renunciamos a estar en contacto con ellos. Si todas las personas que han entrado en contacto con ellos hubieran desarrollado un cáncer la humanidad se habría extinguido con la Revolución Industrial.
Como dice muy acertadamente David Torres en Público
"Ahora bien, si fuese verdad que el sexo oral provoca cáncer de garganta, casi todos los amigos que conozco llevarían un agujero en la tráquea."
Aunque el lo utiliza de forma irónica y para referirse a otra cosa.
Pero más que polemizar sobre si el sexo oral es una actividad de riesgo me gustaría llamar la atención sobre el "temorismo". Con la exageración de los riesgos conseguimos encauzar a las personas hacia el coito, Santo Grial de nuestra sexualidad. Eso sí, siempre que el coito sea con condón.
O no, porque nuestro discurso oficial es tan contradictorio que llega a permitir el coito sin condón siempre y cuando la pareja tenga una relación exclusiva. Como si la exclusividad erótica limpiara a las personas de virus.
El "temorismo" es también un arma comercial excelente. Hace años que las compañías especializadas en la fabricación de látex andan detrás de promocionar unos parches para prevenir este tipo de contagios. Unos parches por otro lado nada prácticos y bastante engorrosos que la población en general rechaza.
Por otro lado las compañías farmacéuticas fabricantes de las vacunas contra el VPH empiezan a "recomendar" la vacunación también de los niños. Así, se evitarían este tipo de carcinomas, Y aumentarían mucho sus ventas (pero eso no lo dicen).
Con las declaraciones del señor Douglas se les ha aparecido la Virgen. Una casualidad, sin duda, no voy yo a suponer conexiones conspiranoicas extrañas ¡Válgame Dios!
Cada uno debe medir el riesgo de sus actos y aceptar las consecuencias. Por mi parte voy a continuar disfrutando (y haciendo disfrutar) de las sensaciones que produce esta práctica. Vosotros haced lo que creáis conveniente.