quarta-feira, 20 de abril de 2011

Disfunção erétil também é assunto de mulher

20/04/2011 -- 16h57
Disfunção erétil também é assunto de mulher
A participação da companheira é fundamental para o sucesso do tratamento da dificuldade de ereção e da satisfação sexual do casal


Quem pensa que a Disfunção Erétil (DE) - dificuldade masculina de obter e/ou manter a ereção suficiente para um desempenho sexual satisfatório - é problema restrito ao universo masculino está muito enganado. A figura feminina exerce influência determinante no incentivo ao seu parceiro, no sentido de consultar o médico, descobrir as causas da DE e seguir o tratamento adequado.

Motivos para que elas participem não faltam. De acordo com o estudo Mosaico Brasil, mais de 50% dos brasileiros acima dos 40 anos têm algum grau de disfunção erétil. Esta estimativa preocupa, especialmente se o homem não puder contar com o apoio de sua parceira.

E nem sempre este apoio ocorre. Segundo Carmita Abdo, psiquiatra e coordenadora do Programa de Estudos em Sexualidade (ProSex) do Instituto de Psiquiatria do Hospital das Clínicas da Faculdade de Medicina da Universidade de São Paulo (USP) e coordenadora do estudo Mosaico Brasil, a maioria das mulheres prefere não se envolver na decisão do parceiro usar ou não medicamento para tratar a DE. O estudo aponta ainda que quando questionadas sobre o que fariam se pudessem decidir se o parceiro deve ou não utilizar medicamento para ereção, 34,6% das entrevistadas declararam que esta é uma decisão exclusiva dele; 35% afirmaram não ter opinião definida; 21,1% apoiariam o uso deste tipo de medicamento, enquanto 9,3% não apoiariam.

Segundo Carmita Abdo, "São vários os motivos que levam as mulheres a agir assim. Algumas delas acham que o medicamento, e não elas próprias, estimulará sexualmente o homem. Há também aquelas que temem que o parceiro use o medicamento em outros relacionamentos".

As mulheres devem ser esclarecidas de que a DE está associada a uma série de problemas de saúde. Sua causa pode estar relacionada a questões orgânicas e/ou psíquicas, de intensidade leve a severa, o que reforça a importância do envolvimento da parceira no tratamento.

Para a psiquiatra, o apoio que a mulher pode conceder ao homem é o incentivo na busca por orientação médica. Até porque a DE pode preceder os sintomas e estar frequentemente associada a doenças como diabetes, hipertensão, colesterol alto, doenças cardiovasculares, doenças da próstata, depressão, ansiedade, entre outras.

A dificuldade de ereção tem tratamento. Inclusive portadores de insuficiência cardíaca, hipertensão e outras doenças relacionadas ao sistema cardiovascular podem fazer uso de medicamentos que favoreçam a ereção, como o Viagra, desde que orientados por seus médicos.

A psiquiatra alerta às mulheres para que entendam o que significa a disfunção erétil de seus parceiros e sejam mais participativas no incentivo ao tratamento não só da disfunção, mas especialmente da sua causa. Embora a DE acometa o homem, essa dificuldade influi na qualidade de vida e na satisfação sexual do casal.
http://www.bonde.com.br/?id_bonde=1-27--124-20110420&tit=disfuncao+eretil+tambem+e+assunto+de+mulher

La obligatoriedad del orgasmo

La obligatoriedad del orgasmo
por Sexorum
JUEVES 10 DE MARZO DE 2011 A LAS 18:20 HORAS
Opinión > Cultura

En las últimas semanas por unos motivos u otros ha salido el tema de las relaciones eróticas y los orgasmos en diferentes conversaciones a mi alrededor. Y parece que hay una cosa común en todas ellas: si no hay penetración y no hay orgasmo estamos ante una relación de segunda. Muchos de los que toman parte en esas conversaciones, luego, cuando conocen que soy sexóloga, vienen a preguntarme en privado qué pueden hacer ante esa dificultad que están teniendo. Y tengo ganas de decirles lo que me decía a mí mi abuelo cuando era pequeña: de aquellos polvos estos lodos. Y nunca mejor dicho.

Nuestro cuerpo es un escenario sin par para las relaciones eróticas. Prácticamente cada centímetro de nuestra piel puede proporcionarnos placer de incontables maneras, y también puede darlo. Sin embargo, parece que los genitales son el único lugar en el que el placer puede ser de primera. A veces pienso qué pasaría si este tipo de obligaciones se impusieran en otros ámbitos. Por ejemplo, si se obligara a todos los conductores a conducir a 120km/h cada vez que cogen el coche, tachándolos de conductores de segunda cuando no lo hicieran. ¿Y si sólo circulan por ciudad? ¿Y si ese día tienen ganas de ver el paisaje? ¿Y si van por una carretera de segunda? No importa, si tienen un coche y conducen, tienen que ir a 120. Ridículo.

¿Qué pasaría si se obligara a toda la gente que le gusta la escalada a subir todos los fines de semana al menos una montaña de 1000 metros? ¿Qué pasaría si se obligara a toda la gente golosa a acabar sus comidas con un pastel? Al final, esas cosas que antes eran un placer se convertirían en una obligación. Cuando el deseo se convierte en deber, hasta las cosas que más gustan pueden llegar a aburrir, incluso pueden llegar a ser fuente de sinsabores.

Así buena parte de las dificultades que a menudo surgen entorno a la erótica tienen su causa en que se ha perdido la brújula del deseo. En su lugar, se utiliza la brújula de la moda, de lo que les gusta a otros, de lo que otros dicen que les gusta. Y poco a poco, se abandona el camino de la exploración, para entrar en la autovía de las convenciones. Y esto se refleja en las expresiones que se usan para hablar de la erótica: echar un polvo, follar, mojar,… que reducen algo rico y complejo en, básicamente, dos cosas: la cópula y el orgasmo.

Y, una vez que se ha quitado todo lo demás, quedándose sólo con estas dos cosas, el lío llega cuando una de las dos no se alcanza. Y entonces empiezan las consultas a los especialistas, la búsqueda de un medicamento milagroso (que un polvo arregle otro) y la problematización de lo que antes era una fuente de disfrute.

Y, a lo mejor, la cuestión es olvidarse de las costumbres, lo que dicen l@s amig@s, lo que sale en las películas, olvidarse de que el coche puede llegar a 120 y a más y experimentar el placer de conducir. Tal vez podamos volver al coche, con la experiencia que tenemos después de tantos años conduciendo, pero con el mismo cuidado, la misma atención y la misma sensación de incredulidad por ser capaces de conducir que teníamos cuando aprendíamos a manejar el coche de la autoescuela.

En la adolescencia, bastaba el roce de una mano o un beso para subirnos al séptimo cielo y no hacía falta siquiera acercarse a los genitales, ni estar desnudos, no hacía falta más que sentir y explorar. Tal vez, podamos volver a los encuentros con nuestra pareja, con la experiencia que hemos acumulado, pero con el mismo cuidado, la misma atención y la misma incredulidad por ser capaces de experimentar casi tantas sensaciones como centímetros cuadrados tiene nuestra piel.

Arancha Gómez
Sexorum
Equipo Actividades Externas Incisex

Si quieres consultarnos puedes hacerlo en hablamos@sexorum.org
http://www.eldigitaldemadrid.es/articulo_c/general/2003/la-obligatoriedad-del-orgasmo

Un tranvía llamado deseo, el deseo de la pareja

Un tranvía llamado deseo, el deseo de la pareja
por Sexorum
MIÉRCOLES 16 DE MARZO DE 2011 A LAS 19:20 HORAS
Opinión > Cultura

Se tiende a pensar que hay un problema cuando el deseo decae en la pareja en cuanto a juegos genitales y los que tienen que ver con la excitación. Sin embargo, más que problemas, hablamos de dificultades comunes de pareja por ser frecuentes y porque es algo entre los dos, aunque se tienda a buscar culpables.

Muchas parejas tienen dificultades que pueden afectar a su erótica debido a factores como el trabajo, familia, estrés, rutina, hijos….Cada pareja es un mundo y se va alimentando de elementos que sólo la pareja conoce. Muchas veces actuamos en función de lo que creemos que le gusta al otro o bien nos dejamos hacer porque creemos que al otro le gusta lo que hace, por lo que la comunicación, exponer lo que sentimos el uno y el otro cuando hay distanciamiento va cultivando el deseo en la pareja, es decir que, no es algo que se use de vez en cuando, sino que hay que trabajarlo ya que el deseo llama al deseo. En ocasiones apetecen cosas diferentes a uno y a otro, por lo que lo mejor es buscar y encontrar lo que apetece en conjunto.

En ocasiones nos exigimos unas metas y exigencias en la pareja olvidándonos del disfrute que es de lo que se trata, pero una pareja es cosa de dos y entran en juego los deseos de ambos, ya que la disposición, acción y frecuencia no es la misma en todas las personas, y la erótica de cada cual puede ser diferente y hay que negociarla.

Por lo que, ¿Cuál es el objetivo si no se trata de buscar una meta? el disfrute. A veces nos preguntamos que hacer, pero se trata de vivir lo que se hace y no de sentirnos obligados a hacer una cosa u otra por creer que vamos a satisfacer a alguien o porque creemos que es erótico y se persigue la satisfacción, porque no nos quedamos del todo bien o no nos agrada lo que nos debería agradar, cuando la clave está, en si realmente se hace lo que uno desea y lo que apetece, ya que en las relaciones eróticas al igual que en otras historias de la vida se aprende experimentando, probando, preguntando, incluso cometiendo errores, ya que sino se corre el riesgo de estancarnos con lo que creemos dominar, perdiéndonos otros placeres desconocidos.

Por lo que embarcarse en una aventura en pareja, explorando, sensando, experimentando con el uso de la imaginación, la combinación de los sentidos dentro de un amplio abanico de posibilidades, permite cultivar nuestra erótica. No es lo mismo lo que debemos desear a lo que deseamos, ¿verdad?

Así que, más que exigirnos y autoimponernos lo que se debe desear, lo que hacemos es dejar el deseo en un segundo plano, ya que si nos sentimos evaluados, no se pasa bien, y el verdadero objetivo es la satisfacción. Así que, ¡Buen juego lectores!!!!

Subir al tranvía del deseo e ir engrosando vuestra maleta erótica y disfrutar del camino, ya que nos perdemos mucho si sólo pensamos en la meta ya que podemos divertirnos también si nos perdemos en él, ¿no es cierto? Buen viaje!!!!!!!!!


Atracciones de los sexos, hombres y mujeres que se desean, se buscan, se encuentran y desencuentran, buscan su goce y disfrute, búsqueda de satisfacción, los sujetos se eligen, se gustan, juegan, buscan el entendimiento, la intimidad, se seducen, realizan sus deseos eróticos, interaccionan…. (Amezúa, 2000)

Lydia Luque
Sexorum
Equipo Actividades Externas Incisex


E.Amezúa. El Ars Amandi de los sexos. Revista Española de Sexología Monográfico (extra-doble) No99-100.

Ester Pérez Opi y Joserra Landarroitajauregui.Teoría de pareja: Introducción a una sexología sistémica. Revista Española de Sexología Monográfico (extra-doble) No70-71
http://www.sexologiaenincisex.com/contenidos/publicaciones/catalogorevista.php
http://www.eldigitaldemadrid.es/articulo_c/general/2024/un-tranvia-llamado-deseo-el-deseo-de-la-pareja

Un millón de maneras de ser auténticos hombres, auténticas mujeres

Un millón de maneras de ser auténticos hombres, auténticas mujeres
por Sexorum
VIERNES 25 DE MARZO DE 2011 A LAS 12:02 HORAS
Opinión > Cultura

A lo largo de la vida, cuando leemos el periódico, vemos la televisión, oímos la radio o hablamos con nuestros compañeros del trabajo, nuestros amigos o nuestra familia, prácticamente sin darnos cuenta, estamos recibiendo, de manera más o menos velada, mensajes acerca de cómo debe ser y qué debe hacer un verdadero hombre o una verdadera mujer.

“una piel tersa y suave”
“La cuchilla para un apurado aún mayor”
“¡Pero no seas marica!”
“Los niños no lloran”
“Eso no lo hagas, que ya eres una señorita”.

Cada sujeto se va haciendo poco a poco una idea de qué características son las ideales en un hombre o en una mujer y va creando una figura mítica para cada uno de los sexos. Estas figuras del hombre ideal o la mujer ideal tienen un gran componente social, por cuanto es la misma sociedad la que los va moldeando, de modo que podemos decir que viven también en el imaginario colectivo.

Estas cualidades que se presuponen propias o ideales de cada sexo engloban no sólo características corporales como el tamaño del pecho, la altura, el peso, etc.., también se refieren al tipo de ropa, complementos o corte de pelo que pueden llevar, al tipo de ocio que puede gustarles, las profesiones que pueden desempeñar,… en general a cualquier elemento de la vida común.

En la medida en que las características de una mujer se alejan de las que cumple la figura ideal femenina, más posibilidades hay de que las viva de una manera negativa y que intente cambiarlas. De este modo, muchas mujeres se ponen a régimen para estar aún más delgadas o se operan el pecho para ajustarse a ese canon ideal. Y lo mismo ocurriría en el caso de un hombre. Y así, podemos ver a algunos en los gimnasios esforzándose por tener más músculo, allí donde se supone sería deseable.

Lo irónico es que estas figuras ideales cambian con el paso de los años y lo que ahora está de moda, antes estaba mal visto -como es el caso de los pantalones de las mujeres o las cremas para el hombre-, o viceversa. Entonces, si la figura del hombre o la mujer ideal es algo destinado a no perdurar mucho tiempo, ¿qué nos convierte en auténticos hombres o auténticas mujeres?

A pesar de que hay elementos que parecen irrefutablemente masculinos o femeninos, como es el caso de los genitales o los genes, en la actualidad sabemos que hay hombres con vulva y mujeres con pene, hombres con cromosomas xx y mujeres con cromosomas xy. Esto nos lleva a la siguiente conclusión: no hay rasgos que sean exclusivos de un sexo u otro, todos son compaRtibles.

Así podemos encontrar mujeres con el pelo corto, hombres con el pelo largo, mujeres que aman el fútbol y odian ir de compras, hombres que odian el fútbol y a los que les gusta arreglarse, mujeres soldado y hombres bailarines, mujeres a los que les gustan las mujeres y hombres a los que les gustan los hombres, hombres con poco vello corporal y mujeres muy velludas… De modo que no hay una manera única de ser hombre o de ser mujer, a pesar de que la publicidad, los medios, la sociedad insistan en lo que hay que hacer, lo que hay que tener, lo que nos tiene que gustar para ser un hombre o una mujer de verdad.

La única diferencia entre un hombre y una mujer, lo único que no pueden compartir es la respuesta a esta pregunta: ¿de qué sexo eres?

Arancha Gómez
Sexorum
Equipo Actividades Externas Incisex

Si quieres consultarnos puedes hacerlo en hablamos@sexorum.org
http://www.eldigitaldemadrid.es/articulo_c/general/2051/un-millon-de-maneras-de-ser-autenticos-hombres-autenticas-mujeres

Las fantasías eróticas

Las fantasías eróticas
por Sexorum
JUEVES 7 DE ABRIL DE 2011 A LAS 13:19 HORAS
Opinión > Cultura

Fantasías.

Vuelan día y noche en mi imaginación para satisfacer mis placeres.

Ellas son como un genio que satisface todos mis deseos.

Agua, fuente de emociones, lubricada en mis pensamientos;

tierra, guío mis manos por todas las curvas y caminos de mi cuerpo;

Fuego, la llama del deseo cobra vida, ardiente como el fuego que alcanza el cielo;

y aire, de repente siento que me desvanezco como una nube, tras el éxtasis de mi viaje...

(Lydia Luque. Candidato al concurso de microrelatos eróticos del Diario de Álcalá en el 2009)


Fantasías, un juego que revolotea en nuestra imaginación durante el día, durante la noche para satisfacer placeres, para conseguir la excitación, como un genio que cumple en nuestra mente nuestros placeres más profundos, recorriendo cualquier destino por los caminos que queramos y como queramos.

En nuestra cabeza hay toda una biblioteca de sensaciones, olores, sonidos, sabores, imágenes. Esa biblioteca es nuestra imaginación, motor que pone en marcha los sueños (involuntarios), planificaciones (acciones) al igual que nuestros fantasmas (no deseados) y fantasías (deseadas).

Pero, ¿Qué es una fantasía? La fantasía en sí, es una parte de nuestra sexualidad que contribuye al deseo, a la calidad de la excitación y a disfrutar de orgasmos más placenteros, pero si los contenidos de las fantasías eróticas nos causan malestar, pues dejarían de existir. Las fantasías son creadas de forma voluntaria, a diferencia de los sueños y no están sujetas a ningún tipo de norma o convención social, son libres y se encuentran en nuestra mente.

Son muchas las conversaciones entre las que se debate qué ocurre si son llevadas a la realidad: fantasías tipo sado, violaciones, etc… que pueden excitar a una persona en su imaginación pero les horroriza pensar que puedan llevarlas al mundo real. Sin embargo, cuando entramos en nuestra exploración erótica, vamos descubriendo lo que nos agrada, lo que nos desagrada, lo que nos excita, por lo que el hecho de que un determinado pensamiento produzca placer, lo que hace es despertar nuestra erótica, nuestra imaginación, sin tener porqué ser llevadas al mundo real, siendo dueños de lo que ocurre en nuestra mente sin ningún tipo de consecuencia, como si dirigiéramos una película en la que somos protagonistas, jugando con nuestra propia creación a nuestro antojo, sin límites, teniendo la ventaja de poder fantasear libremente.

Entre las fantasías hay multitud de posibilidades, no tiene sentido decidir cuales son permisibles y cuales no, y nos dan lo que sucede en ellas tal y como deseamos que ocurra en la imaginación, siendo muy diferente en la realidad, ya que los hechos dependen de otros sin tener ese control, lo que sí podemos dominar en nuestra mente. Lo que nos excita en la imaginación, no necesariamente nos excitará en su realización ya que la fantasía no es real y no indica necesariamente que tengamos el deseo de vivir lo que fantaseamos.

¿Dé dónde vienen? Las fantasías podemos tomarlas tanto de imágenes que ya tenemos como de la ficción, es decir que podemos tener fantasías homoeróticas sin ser homosexuales ya que la fantasía no es real y no necesariamente indica que tenemos el deseo de vivir lo que fantaseamos con personas de carne y hueso. Otro ejemplo sería fantasear con una violación, no es lo mismo decidir en nuestra mente lo que desea que haga el acosador, cómo es físicamente, etc… que una verdadera violación no deseada, ya que en la fantasía no hay sufrimiento ni dolor.

¿Las compartimos? ¿Las llevamos a la realidad? Nuestro deseo es libre y el hecho de pasar a la acción es una opción personal de cada uno y de la pareja o si el compartir esas fantasías puede enriquecer o no la relación y el encuentro entre los amantes.


Lydia Luque
Sexorum
Equipo Actividades Externas Incisex

Si quieres consultarnos puedes hacerlo en hablamos@sexorum.org
http://www.eldigitaldemadrid.es/articulo_c/general/2093/las-fantasias-eroticas

¿Para qué sirve una sexóloga? (I)

¿Para qué sirve una sexóloga? (I)
por Sexorum
VIERNES 15 DE ABRIL DE 2011 A LAS 13:37 HORAS
Opinión > Cultura

Cuando comencé mis estudios de post-grado en sexología, coseché dos tipos de comentarios. El primero, solía provenir de los hombres y era: “llámame cuando empieces las prácticas”. El segundo, solía provenir de las mujeres y era: “Mmm, ya hablaremos cuando acabes”. Ambos acompañados de una mirada que sugería claramente a lo que se estaban refiriendo.

Lo que subyace debajo de los dos comentarios es que una sexóloga es una científica que estudia el sexo y, en los dos casos, están realizados partiendo de que el sexo es aquello que se hace (con frecuencia en la cama o en otro sitio que nos permita adoptar posturas de acople). Por eso, hay una creencia generalizada de que las sexólogas son una sabia mezcla entre geisha y experta en kamasutra y, además, conocen todas las artimañas que procuran placer (ya sea a uno mismo o a la pareja).

Y es que la palabra sexo tiene diferentes significados. Por un lado el sexo que se es, por otro el que se tiene y por último el que se hace. Si digo que mi sexo es femenino, me refiero al primero de los “sexos” que he mencionado, si digo que Pedro tiene un sexo grande, me refiero al segundo y por último, si digo que una persona ha tenido sexo esta noche, me refiero al último. Con frecuencia, la única forma de saber de qué sexo estoy hablando es el contexto en el que lo menciono.

La sexología es la ciencia que estudia el sexo. El sexo que se es. Lo trocea, lo desmenuza y lo estudia, para comprenderlo, no para juzgarlo, no para cambiarlo a lo que “debería ser”. En sexología se estudia:

La sexualidad, es decir, la particular manera que cada persona tiene de vivir su sexo (hombre o mujer).
La sexuación, es decir, el proceso que dura toda la vida y que va construyendo esa mujer o ese hombre que somos en cada instante.
La erótica, los deseos que se producen por el hecho de ser seres sexuados.
la amatoria, cómo llevamos a cabo esos deseos en la vida real.
La procreación, el deseo de tener hijos o no y, aún más allá, como las posibilidades de sinergia que se dan entre los proyectos de los sexos que conforman la pareja.
La pareja, la forma más frecuente usada por las personas, como seres sexuados, para organizar sus vidas entre ellos.

Todos ellos vistos desde los modos femenino y masculino, los matices heterosexual y homosexual y las peculiaridades de cada cual. Y por supuesto, con sus dificultades, cuando aparecen, si es que aparecen, y, desde luego, no partiendo de ellas.

La sexología se centra en el sexo, es decir estudia a las mujeres y los hombres, las diferencias que hay entre los unos y los otros, qué hace que una mujer sea una mujer o un hombre, un hombre, cómo gestionan los unos y los otros la vivencias que tienen, los placeres, de qué manera ligan, cómo se acercan el uno al otro, cómo se encuentran y cómo son esos encuentros. Todo eso es sexo y es apasionante.

Bien mirado, no parece políticamente correcto hablar de la diferencia cuando ahora todos tenemos que ser iguales. Sin embargo yo quiero estudiar la diferencia -me gusta la diferencia- y quiero que no desaparezca. Esto es fácil porque, por muchos ministerios que nos queramos inventar, un hombre será un hombre y una mujer será una mujer. Lo que sí sería deseable es la igualdad de derechos, la igualdad de oportunidades, la igualdad a la hora de medir el trabajo de las unas y los otros, la igualdad de salarios en igualdad de condiciones. Son frases que, aunque menos sonoras que “la igualdad” a secas, son mucho más claras. Y es que a fuerza de propugnar “la igualdad”, la estamos imponiendo en circunstancias y aspectos en los que es imposible.
http://www.eldigitaldemadrid.es/articulo_c/general/2117/iquest-para-que-sirve-una-sexologa-i

¿Para qué sirve una sexóloga? (II)

¿Para qué sirve una sexóloga? (II)
por Sexorum
MIÉRCOLES 20 DE ABRIL DE 2011 A LAS 17:32 HORAS
Opinión > Cultura
Una sexóloga no es una psicóloga, ni una médica, ni una socióloga, ni una antropóloga. La sexología es una ciencia y una disciplina propia e independiente y por lo tanto tiene sus propios campos de trabajo con un área propia de conocimiento.

En la intervención se trabaja desde el referente sexológico y el pedagógico, el primero nos da la epistemología y el segundo las herramientas y estrategias para realizar intervenciones de calidad. También la Sexología permite analizar las actitudes ya que nuestro modelo no parte ni de la permisividad ni de la prohibición, sino de la comprensividad.

En el artículo anterior hacíamos un repaso de los conceptos más importantes relativos al sexo: sexuación, sexualidad, erótica, amatoria, procreación y pareja. Estas son las áreas de conocimiento de la sexología y se aplican en nuestro campo de trabajo que es la relación entre los sexos.

Una sexóloga informa, educa y asesora. Los conocimientos de una sexóloga son útiles en momentos de cambios como pueden ser la adolescencia, el inicio de la convivencia en pareja, el embarazo, la crianza, la jubilación, la aparición de enfermedades, la menopausia, … El hecho de organizar ciclos de educación sexual en institutos o talleres en los que se trabaja la sexualidad en relación con estos momentos nos permiten transmitir esos conocimientos de una forma amena y provechosa.

Tal vez el campo de trabajo más conocido sea el del asesoramiento erótico. Los sexólogos podemos guiar a las parejas para que superen las dificultades comunes que puedan aparecer. Y digo bien dificultades comunes y no eyaculación precoz o vaginismo o cualquier otra palabra más o menos técnica, porque tal vez el primer cometido de un sexólogo sea precisamente el de eliminar etiquetas. Que alguien tropiece, no le convierte en un tropezador. Hablamos pues de dificultades cuando nos referimos a todas esas circunstancias que hacen que el encuentro amatorio no sea fácil y las apellidamos comunes porque son comunes a toda la población, sin por ello suponer ningún tipo de problema que sea merecedor de una etiqueta. Desde la sexología, se guía al cultivo erótico en pareja para superar estas dificultades.

En el ámbito de la pareja no sólo existen las dificultades comunes. La sexóloga, como modesta científica de los sexos, puede aportar sus conocimientos cuando surgen las desavenencias y los desencuentros. En nuestras consultas, es preferible que la pareja acuda de forma conjunta, ya que ambos tienen un proyecto común, aunque en ocasiones se trabaja de forma individual.

¡¡¡Un beso lectores!!!!

Arancha Gómez
Sexorum
Equipo Actividades Externas Incisex

Si quieres consultarnos puedes hacerlo en hablamos@sexorum.org
http://www.eldigitaldemadrid.es/articulo_c/general/2131/iquest-para-que-sirve-una-sexologa-ii