3 de agosto de 2012 Leslie Nicholls Psicóloga, Magíster en Psicoanálisis. Activista. Investigadora.
Hasta hace poco tiempo atrás, un colegio religioso era un lugar en el que nuestros padres y madres depositaron la más plena de las confianzas, tanto respecto de lo educacional como respecto de lo valórico. La casuística nos lleva a pensar hoy en día que nuestros padres y madres cometieron un tremendo error al depositar tanta confianza en aquellas instituciones, con el debido respeto a aquellas congregaciones que no incurren en esta clase de aberraciones. Me será difícil olvidar el impacto que tuvo en mi madre hace poco tiempo atrás la noticia de las acusaciones de abusos sexuales sobre la Madre Paula, de quien fui alumna por varios años, y que por un largo período hizo que pasara tardes completas en la congregación, fuera de horario, debido a lo que ella consideraba una caligrafía espantosa. Agradezco tener el carácter gracias al que finalmente me pidieron cordialmente que dejara ese colegio, y que de seguro fue una barrera contra cualquier abuso. Eso, y la claridad en la terminología y la educación sexual que mis padres en nuestro hogar promovieron desde siempre.
Lo que me resulta especialmente llamativo es el último caso emblemático que salió a la luz, sobre la denuncia de abuso sexual al cura John O’Reilly del Colegio Cumbres. He conocido de cerca el posicionamiento valórico de esta institución educacional puesto que nos hemos encontrado en diversas ocasiones en el Congreso Nacional, en el contexto del debate sobre aborto terapéutico en Chile. Ellos, férreos defensores de la postura de “la vida” o “provida” (con la que yo, ciertamente, también estoy muy de acuerdo desde otra vereda), acudieron enérgicos en varias ocasiones a defender a los fetos, acompañados de unos perturbadores modelos a escala de plástico, sin tener probablemente mucha consciencia de lo que estaban defendiendo. O quizás en la seguridad de que el flagelo de un embarazo inviable o no deseado esta siempre lejos de azotar sus círculos cercanos gracias al acceso privilegiado a un sistema de salud de clase mundial y redes de contacto de mucha influencia.
Personalmente, y sin nunca haber experimentado abuso sexual, embarazo no deseado, malformaciones fetales ni alguna otra clase de problemas de este tipo (pese aque la gente tiende a pensar que sólo eso validaría una opinión certera al respecto), me pregunto; ¿siguen esos estudiantes de colegios religiosos, sus madres, padres, amigos y familiares tan convencidos de la irrelevancia de legislar el aborto en caso de violación? ¿Será que acaso aceptarían el designio divino de fecundar en sus (s)electos vientres y parir —por ejemplo— un Karadima?
(*) Texto publicado en El Quinto Poder.cl
http://www.elmostrador.cl/opinion/2012/08/03/abuso-sexual-aborto-y-designios-divinos/
Nenhum comentário:
Postar um comentário