Educación sexual y sexología
La sexualidad es movible, se transforma, cambia, evoluciona. Y dentro de todo lo que encierra, el coito (al que la mayoría se remite cuando se habla de “sexualidad”) es apenas como una brizna de polvo en el universo.
- 2011-10-29•El Sexódromo
Ilustración: Sandoval
Durante la clausura del VIII Congreso Nacional de Educación Sexual y Sexología llegué a la conclusión de que, durante tres días, las 800 personas asistentes habíamos tenido un objetivo general: buscar la felicidad. Porque eso era lo que estaba implícito en cada conferencia, simposio, taller, presentación de libro y charla de pasillo. En el taller sobre sexualidad y espiritualidad buscaban acercarnos al bienestar uniendo esos dos aspectos necesarios para muchas personas; con las conferencias sobre transexualidad se pretendía entender, crear leyes, ofrecer servicios médicos, entre otras cosas, para que todas las personas vivan satisfechas acorde con su identidad sexual; en aquellas que revelaron cifras espeluznantes y propusieron estrategias para evitar el abuso sexual infantil, se buscaba evitarlo, lo que supondría tener un mayor número de niños (y, por ende, adultos) felices; durante aquellas que analizaban las relaciones amorosas, el objetivo era tener parejas dichosas, y así podríamos ir desgranando cada una para darnos cuenta de ello.
Decía Osmar Matsui Santana, en su conferencia Sexología y profesionalización, que desde 1975 la Organización Mundial de la Salud ve a la sexología como una disciplina, aunque hoy en día se le considera una ciencia aplicada a la salud. Sin embargo, señalaba que las ciencias deben tener leyes generales y en la sexualidad humana no se puede generalizar. Cada persona en este planeta es diferente, y la sexología es infinita al unir las ciencias naturales con las médicas y con la cultura, por lo que aquello que actualmente vive alguien en este terreno puede transformarse radicalmente y al año siguiente ser completamente diferente.
La maravillosa terapeuta Esther Perel dijo, a la mitad de su conferencia: “Esto que les digo es lo que creo, a las conclusiones que he llegado, pero puede ser que para el próximo congreso ya no piense igual”. Esta frase, escuchada fuera de contexto, podría considerarse totalmente irresponsable, pero en este ámbito no sólo es honesta, sino correcta. La labor de quienes se dedican al campo de la educación y la salud sexual es interminable: es necesario estar actualizado, convivir con la gente, compartir experiencias, analizar temáticas, escribir, leer, escuchar, investigar, dialogar, debatir. La sexualidad es movible, se transforma, cambia, evoluciona. Y dentro de todo lo que encierra, el coito (al que la mayoría se remite cuando se habla de “sexualidad”) es apenas como una brizna de polvo en el universo.
Entender esto en toda su dimensión, gracias a este congreso, el segundo al que acudo de los organizados por la Femess, hizo que mi felicidad fuera tan gozosa que me sentía como niña descubriendo un bello secreto.
Justo así llamó Luis Perelman, quien fuera por cinco años presidente de la Femess, al conocimiento que la mayoría de los asistentes al congreso hemos ido obteniendo: “En un mundo en que estos temas son secretos, deben sentirse orgullosos por entender esos ‘misterios’; nunca dejen de luchar por que cada vez sean más los que los descubran, los entiendan, los asuman”. Con esto se despidió y cedió el micrófono a la nueva presidenta de la federación, Marcela Martínez Roaro, quien leyó la Declaratoria del congreso, cuya frase final es contundente: “Los derechos consignados en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos sustentados en la dignidad no se someten a votación ni a negociación”. Con ello, los 800 asistentes que aprobaron el documento se comprometieron a continuar la defensa del Estado laico ante los embates de grupos conservadores; se pronunciaron a favor de la pluralidad de opiniones y por el derecho de todas las personas a decidir sobre el ejercicio de su sexualidad; respaldaron la Campaña Internacional STP-2012 para despatologizar la condición transexual y suprimir su carácter de enfermedad mental; reafirmaron la necesidad de que las condiciones transgenérica y transexual “sean reconocidas como derecho humano fundamental a la libre expresión de la personalidad y la individualidad de la identidad de género de las personas”; refrendaron su apoyo a la realización de la Declaración Ministerial “Prevenir con Educación”, la cual busca reducir en 50 por ciento el número de adolescentes y jóvenes sin acceso a servicios de salud sexual y reproductiva, y educación integral en sexualidad.
Fue mucha la información que obtuve. La iré presentando en este espacio, profundizando en cada tema. Sin embargo, les cuento que una de las ponentes que más me enseñó sobre el amor y el deseo, sobre la terapia de pareja y, a la par, me puso a reflexionar sobre mi propia vida, mis deseos, decisiones, amores y demás, fue Esther Perel, psicoterapeuta de nacionalidad belga especialista en terapias familiares y de pareja, que da consulta en Nueva York.
En su conferencia magistral titulada Inteligencia erótica: intimidad y deseo en las parejas, habló sobre “el paradigma de la doble llama”, el cual hace alusión a un poema de Octavio Paz que dice: “El fuego original y primordial, la sexualidad, levanta la llama roja del erotismo y ésta, a su vez, sostiene y alza otra llama, azul y trémula: la del amor. Erotismo y amor: la llama doble de la vida”. Ella comentó: “Muchas personas llegan a mi consulta diciendo: ‘Me siento amada/o, estoy enamorada/o, pero no tengo encuentros sexuales’. Es un desafío poder unir las dos necesidades, la del amor y la del deseo, en una sola persona, porque buscamos dos cosas que parecen ser incompatibles: seguridad y libertad. El amor nos da lo primero (a muchos nos gusta tener un hogar, una familia, un respaldo), y el erotismo lo segundo, pues se basa en la imaginación, en la novedad, es un antídoto a la muerte. ¿Cómo podemos unir ambos campos? Con inteligencia erótica”.
Y no les cuento más porque quiero dedicarle una columna entera a este tema, pero les dejo de tarea que piensen en ese paradigma de la doble flama y en la frase “dime cómo te han amado y te diré cómo haces el amor”. Verán que, si lo analizan con detenimiento, podrán descubrir asuntos interesantes.
La presentación más esperada fue la del libro Transexualidad y matrimonio y adopción por parejas del mismo sexo, escrito por el ministro Sergio Valls Hernández —en coautoría con el ministro Juan Silva Meza—, quien señaló que un país sin certeza jurídica está condenado a la perpetuación de los abusos de poder en perjuicio del interés ciudadano, por lo que los fallos favorables emitidos por la Suprema Corte de Justicia en materia de transexualidad y matrimonio entre personas del mismo sexo “son de gran significación social” y acercan la justicia a todos los mexicanos. “Este tipo de sentencias ubican al más alto tribunal constitucional de los mexicanos en una postura progresista, porque son pocos los tribunales que se han pronunciado en el mundo en el sentido hecho por la Corte: sólo Holanda, Bélgica, España, Noruega, Suecia, Portugal, Islandia, Sudáfrica, Canadá, Argentina, algunas entidades de los Estados Unidos y el Distrito Federal de México”.
El espacio se acabó y aún quedan decenas de temas en el tintero. Ya se los iré presentando. Y vayan ahorrando, porque en 2013 se llevará a cabo el próximo congreso, esta vez en Aguascalientes, y estoy segura que todas las personas deberían acudir, aunque fuera una vez en su vida, a un encuentro sobre sexualidad humana.
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