domingo, 31 de julho de 2011

Pedofilia: El terror de los padre

Pedofilia: El terror de los padres
escrito por DLA MERIDA
domingo, 31 de julio de 2011
Desde un punto de vista médico, la paidofilia o pedofilia es una parafilia que consiste en que la excitación o el placer sexual se obtienen, principalmente, a través de actividades o fantasías sexuales con niños de, generalmente, entre 8 y 12 años.[] A la persona que padece pedofilia se le denomina pedófilo, un individuo de, al menos, 18 años que se entretiene sexualmente con menores de 13 y respecto de los que mantiene una diferencia de edad de, por lo menos, cinco años.[]

La pedofilia es un rasgo multifactorial en la personalidad del que la padece, y se compone de aspectos mentales, institucionales, de actividad, de educación sexual, de violencia, de control de las pulsiones, etc. En este sentido, se suelen distinguir dos tipos de pedofilia, una primaria o esencial, muy arraigada en el sujeto, y otra secundaria (u otras), que aparecería motivada por factores circunstanciales.

Por lo demás, en determinados casos en que la relación entre el pedófilo y el menor se prolonga en el tiempo, puede haber por parte del adulto un enamoramiento real con esa persona a la que él considera como su joven pareja, sobre todo cuando esta se halla en la edad de paso entre la infancia y la pubertad.[]

Existen, a este respecto, diversas asociaciones de pedófilos que reivindican la pedofilia como una forma más de vivir la sexualidad humana y que, en consecuencia, debe ser aceptada con naturalidad por parte de la sociedad.[]

Las conductas pedófilas son muy heterogéneas, desde casos inofensivos o casi inofensivos, hasta aquellos en que alcanzan niveles que entran dentro de lo criminal. A la actividad sexual de un pedófilo con un menor de 13 años se lo conoce con el nombre de abuso sexual infantil o pederastia[] (palabra que, etimológicamente, significa lo mismo que pedofilia).

El manual diagnóstico de enfermedades en sexología, del cual soy coautor, deja ver que para que la pedofilia sea considerada como una enfermedad sexológica propiamente dicha, la persona debe tener la particularidad de que no se activa o no responde desde el punto de vista sexual sino exclusivamente con niños.

Ahora bien, la gente tiende a confundir la pedofilia con la práctica de violencia sexual a un menor, en cuyo caso la situación es más apuntando más hacia el sadismo que a la pedofilia, ya que un pedofílico generalmente le administra placer a los niños que son víctimas de su abuso, motivo por el cual, los estudiosos de este trastorno, aseguran que muchos de estos niños no presentan trauma psicológico en la adultez por la experiencia vivida en la niñez.

Cognitivamente, el pedófilo se caracteriza por no considerar inapropiada su tendencia o conducta, por lo que no suele presentar sentimientos de culpa o vergüenza; en ocasiones, incluso, apelan a la seducción del menor como causa de la misma o a que su comportamiento se puede entender como una forma de educación sexual de los menores. La personalidad del pedófilo es polimorfa.

Se pueden distinguir dos grandes tipos de pedófilos: los primarios y los secundarios o situacionales:[]

Los primarios muestran una inclinación sexual casi exclusiva por los niños y su conducta compulsiva es independiente de su situación personal. Se trata, clínicamente, de pedófilos en un sentido estricto del término que presentan unas distorsiones cognitivas específicas: consideran su conducta sexual como apropiada (no se siente culpables ni avergonzados), planifican sus acciones, pueden llegar a atribuir su conducta a un efecto de la seducción por parte del menor o pueden justificarla como un modo de educación sexual para este.
En cuanto a los secundarios o situacionales, estos se caracterizan por que su conducta viene inducida por una situación de soledad o estrés (en estos casos, la experimentación de relaciones sexuales con menores suele ser un medio de compensar la baja autestima o de liberarse de cierta hostilidad). No son estrictamente pedófilos, en tanto que su inclinación natural es hacia los adultos, con los que mantienen normalmente relaciones problemáticas (impotencia ocasional, tensión de pareja...); solo recurren excepcionalmente a los niños y lo hacen de forma compulsiva, percibiendo su conducta como anómala y sintiendo posteriormente culpa y vergüenza.
La sexología médica tiene estrategias para corregir este tipo de conductas que además de ser enfermizas, son socioculturalmente rechazadas y penadas por la ley, si te encuentras en esta situación no dudes en consultar a tu sexólogo.
http://diariodelosandes.com/content/view/162385/105888/

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