sábado, 11 de junho de 2011

¿Qué sucedió con el orgasmo? (II parte y final)

¿Qué sucedió con el orgasmo? (II parte y final)
MAYTE MARÍA JIMÉNEZ
Al igual que las mujeres, los hombres pueden sufrir anorgasmia, una disfunción que no está condicionada por la falta de la eyaculación, sino por las contracciones débiles o ausentes que se producen internamente desde la próstata.

Por lo general, ambos procesos ocurren al mismo tiempo, pero también pueden producirse por separado. Por eso se establece que la anorgasmia masculina es la falta de sensaciones en el momento de la eyaculación, y no la dificultad con la propia expulsión de semen.

Para aclarar estos términos desde el inicio, debemos saber que en el hombre la eyaculación es la emisión de semen a través de la uretra, mientras que el orgasmo es la percepción consciente de la punta máxima de placer en la respuesta sexual.

Según describe la literatura especializada, la anorgasmia puede originarse por la ingesta de medicamentos que equilibran el sistema nervioso central, tales como los utilizados para tratar problemas neurológicos y psiquiátricos, anticonvulsivos, antidepresivos, o antipsicóticos, en los cuales se bloquea la serotonina, un neurotransmisor muy importante.

También puede manifestarse a partir de algún trastorno de origen orgánico como la diabetes, enfermedad que en etapas avanzadas fomenta que las arterias se endurezcan y las terminales nerviosas se atrofien, de modo que cambia por completo las sensaciones que experimenta el cuerpo.

Por otro lado, la imposibilidad sensorial puede emerger como consecuencia de un desorden psicológico, sobre todo en varones con gran necesidad de controlar cuanto les rodea, casi de forma obsesiva.

En estos casos, se dice que los hombres consiguen controlar la eyaculación, pero sin sentir placer. Algunos suponen que esto puede parecer muy placentero para la mujer, pero sólo al principio, pues se ha demostrado que con el paso del tiempo comienzan a generarse en la pareja sentimientos de culpa, o una crisis emocional.

MIEDOS O PREJUICIOS

En general, un varón tarda mucho más en asumir un problema íntimo y trata de solucionarlo solo. Así puede pasar mucho tiempo, en general años, hasta que se genera una crisis, o la pareja se separa, pues en muy pocas ocasiones el problema se soluciona por sí solo, una vez que se hace crítico este padecimiento.

Las investigaciones realizadas en diversas instituciones de la comunidad internacional, dedicadas al estudio de la intimidad, entre ellos el Instituto Mexicano de Sexualidad, sostienen que la anorgasmia masculina no es uno de los temas más asiduos en las consultas sexológicas, y cuando ellos acuden generalmente el estado es crítico.

Para su diagnóstico se debe tener en cuenta diversos factores como la edad del paciente, la experiencia sexual, así como la intensidad y duración de la estimulación erótica recibida.

En ambos sexos el trastorno puede ser primario cuando la persona nunca ha conseguido el orgasmo, o secundario cuando éste aparece tras un período de respuesta normal.

ESTADÍSTICAS DE VIDA

Según las estadísticas, la anorgasmia afecta aproximadamente a un tres por ciento de los hombres. La liberación sexual trae aparejado que, en busca de más placer, las exigencias aumenten, y por tanto ocultar la anorgasmia, lejos de ser una solución, solo dilata el momento de la verdad.

Está visto que para que un hombre considere que tiene un problema en la intimidad, debe tener dificultades recurrentes, pues debido a las circunstancias de la vida, eventualmente pueden experimentar alguna falla en la respuesta sexual.

Sin embargo, si el problema se presenta durante al menos tres meses, sí es muy probable que se hable de una disfunción sexual. En cualquier caso lo que sí no es recomendable es fingir e ignorar la dificultad.

Para muchos es inevitable quedar bien en su papel de varón, y no fallar en la cama está presente permanentemente en sus mentes. Los más compasivos tienden a esconder sus dificultades, pues no quieren lastimar a sus parejas, piensan que van a creer que no llegan a excitarlos lo suficiente.

Algunos hombres toman aire y lo expulsan con cara de haber tenido una «megaexplosión», mientras otros respiran hasta fabricar un suspiro lo suficientemente creíble para su compañera de cama. Otros, menos histriónicos, ensayan un gesto culposo.

Tanto en hombres como en mujeres, fingir el orgasmo no soluciona nada, al contrario, sostiene la disfunción. Aceptar que se tiene un problema, permite abordarlo y, por supuesto, solucionarlo.

Las disfunciones sexuales son problemas en la respuesta sexual humana, en cualquiera de sus fases, e involucran el deseo, la excitación, la erección y el orgasmo.

Ignorar estas dificultades, en vez de buscar ayuda, solo afectará la relación de pareja, la salud integral, la autoestima y el desarrollo de una vida erótica plena.

Atenderlas a tiempo, con la ayuda de un experto es necesario si se quiere volver a disfrutar de ese suspiro final que llega al cuerpo, como una bocanada de aire fresco, para hacer latir el corazón y nuestro interior.
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