Hoy no, me va a doler la cabeza
El uno por ciento de las cefaleas está relacionado con la actividad sexual. Habitualmente, las “migrañas del coito” son benignas y el dolor puede durar entre un minuto y tres horas. El 70 por ciento de los afectados son hombres.
Por lo menos uno de cada cien dolores de cabeza es una “cefalea sexual”, que se produce durante el coito –según una investigación efectuada en España–. En realidad, quizá sean muchos más porque “hay quienes no declaran que se produjo en esa circunstancia: depende de lo legal que haya sido la relación”, según observó un especialista. El dolor afecta principalmente a los varones; en el peor, aunque menos probable de los casos, puede ser síntoma de una enfermedad grave como un aneurisma. Pero lo más habitual es que se trate de una “cefalea sexual benigna”, que suele reiterarse, a veces durante años, hasta desaparecer, espontáneamente o por cambios en el estilo de vida, como dejar el tabaco o el alcohol (antes que dejar el sexo). En contrapartida, respecto de las personas que habitualmente tienen dolores de cabeza, “en el 13 por ciento de los casos, el dolor desaparece al tener relaciones sexuales”.
David Ezpeleta, miembro de la Sociedad Española de Neurología, señaló que “entre el 0,4 y el uno por ciento del total de las cefaleas son sexuales” y que “el 70 por ciento de los afectados son hombres”. “El dolor puede durar entre un minuto y tres horas. Cuando se presenta por primera vez y es explosivo, corresponde efectuar una consulta médica, ya que podría corresponder a patologías graves como la ruptura de un aneurisma intracraneal.”
Descartados los riesgos graves, el diagnóstico es “una cefalea sexual benigna, que puede resolverse mediante la práctica de ejercicio físico, la reducción de peso y dejando el alcohol y el tabaco. En caso de que persista, hay fármacos que ayudan a aliviar el problema”, señaló Ezpeleta, en Madrid, en el marco de la presentación de un estudio sobre trastornos de la vida sexual en pacientes con dolor de cabeza efectuado por la Fundación Migraña.
En efecto, Roberto Sica –profesor emérito de Neurología y secretario de Ciencia y Técnica en la Facultad de Medicina de la UBA– precisó que se trata de la “migraña del coito, reconocida en la clasificación habitual de las migrañas: especialmente si el dolor es explosivo, inhabitual y muy fuerte, corresponde el diagnóstico diferencial, ya que podría ser el preámbulo de la ruptura de un aneurisma o corresponder a una malformación vascular cerebral”.
Lucas Bonamico –de la sección Cefaleas y Dolor del Instituto Fleni–- comentó que “algunos pacientes declaran que el dolor se produjo en esa situación, pero otros no; depende de lo legal que haya sido la situación; a veces, esa circunstancia se revela en el interrogatorio médico, y las mujeres suelen ser más reticentes a contarlo”. El especialista precisó que “la cefalea benigna del coito puede presentarse unas pocas veces en la vida o reiterarse a lo largo de dos o tres años hasta desaparecer. No se conoce bien su causa: se especula con que, al aproximarse el orgasmo, se produce un mayor flujo de sangre en algunas zonas del cerebro, pero el origen no está claro”.
Virginia Martínez Verdier, psicóloga especialista en sexología, agregó que “el dolor de cabeza como malestar, no ya durante sino después de la relación sexual, puede deberse a que la tensión muscular generada durante la relación no se descargó adecuadamente en el orgasmo; en cuanto al ‘me duele la cabeza’ previo, puede no ser excusa, sino un síntoma orgánico que expresa el malestar ante la expectativa de una intimidad que, con esa persona en particular, no es deseada”.
En contrapartida, el estudio de los españoles estableció que, entre las personas que ya tienen cefaleas, “el 13 por ciento manifiesta que el dolor desaparece al tener relaciones sexuales”. Roberto Sica comentó que, en realidad, “ante la expectativa y el acto sexual, todo tipo de dolor se atenúa: no sólo la cefalea, sino los dolores de la artrosis, por ejemplo; cierto que, terminado el acto sexual, suelen retornar”. La causa probable consistiría en “una inhibición activa del dolor por acción de las endorfinas, los endoopioides que produce el organismo”. Es que “evolutivamente, para la preservación de la especie es adecuado contrarrestar cualquier perturbación que pudiera impedir el acto sexual”, observó Sica.
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