12 de agosto de 2011 - 14:29
Psicóloga suiza empeñada en romper tabúes sexuales
Las investigaciones sobre sexología de Andrea Burri han atraido la atención general. (RDB/SI/Marcel Nöcker)
Por Andrew Littlejohn, Londres, swissinfo.ch
Andrea Buri, psicóloga clínica suiza ha aparecido con frecuencia en los medios de información en los últimos años. Sus puntos de vista sobre el comportamiento sexual han sido ampliamente difundidos y los resultados de sus investigaciones son citados a menudo tanto en la prensa popular como más seria.
swissinfo.ch habló con esta investigadora de 31 años, en Londres, donde realiza su trabajo posdoctoral.
La primera vez que sus investigaciones sobre sexualidad atrajeron la atención del público y ocuparon los titulares de los diarios fue en 2009,cuando Andrea Burri habló abiertamente del orgasmo femenino y señaló que, según sus investigaciones, la inteligencia emocional de las mujeres contribuía a mejorar las prácticas sexuales.
Desde entonces, Burri, quien creció en Berna y estudió en Zúrich, se ha convertido en portavoz del comportamiento y la disfunción sexuales. Más recientemente afirmó que la genética, junto con las hormonas y la educación, pueden ser responsables de la orientación sexual de las mujeres.
Ha escrito sobre los Síntomas Psicológicos Postcoito (PPS) y, de manera más controversial, ha descartado la existencia del misterioso ‘punto G’ con el argumento de que una zona erógena de la mujer puede ser un producto de su imaginación.
Tabú
Egresada de la Universidad de Zúrich, Andrea Burri estudió Psicología Clínica y decidió concentrarse en el comportamiento sexual.
“La depresión era interesante, al igual que la anorexia”, dice, “pero el sexo fue siempre más interesante”. La verdadera fascinación estaba en las discrepancias entre el tratamiento social del sexo y los problemas de la gente común.
“Todo el mundo habla sobre el sexo y éste está en todas partes, en revistas y programas de televisión”, indica. “Sin embargo, para muchos todavía es una zona “prohibida”. Para la “gente que no está en el tema es embarazoso revisar mi trabajo”.
“¿Cómo podemos hablar tanto de un tema, cuando todavía es un tabú tan grande?”
Estigma
Burri concluyó su Maestría en Sexología en Alemania, debido principalmente a que Suiza no ofrecía un programa similar. Narra como muchos de sus profesores helvéticos trataron de disuadirla de seguir los estudios por el camino del comportamiento sexual.
“Les preocupaba que pudiera ser estigmatizada”, anota. “Pero yo era muy rebelde en ese entonces, así es que me fui a Hamburgo”.
Y mirando hacia atrás, ¿ha sido estigmatizada?
“Ha sido frustrante, ya que a menudo este tipo de trabajo no es tomado en serio”, explica. “Puedo utilizar la misma metodología que aquella utilizada en la investigación del cáncer, pero mi campo de estudios no se considera relevante o suficientemente serio”.
Eso significa que la recaudación de fondos para los estudios sobre el sexo es casi siempre un problema.
“Hacer carrera es, por un lado fácil, porque no somos muchos expertos”, señala. “Pero por otro lado, no siempre recibo financiamiento suficiente. Entonces, es una lucha”.
Importancia de la prueba
Desde hace cuatro años, Burri trabaja en Londres donde divide su tiempo entre los centros de investigación de la Universidad Queen Mary y el King’s College.
Sus principales áreas de interés, la genética de la orientación sexual y la disfunción sexual femenina (DSF), están prácticamente inexploradas y los resultados de las investigaciones que se han hecho carecen de calidad y evidencia científica, afirma.
“Me topé con el misterioso ‘punto G’ cuando estudiaba la disfunción del orgasmo”, precisa. “Me di cuenta de que había solo un puñado de estudios sobre el tema, basados en muestras muy pequeñas”.
“Me parece irresponsable afirmar la existencia de una entidad que nunca ha sido comprobada, usando en algunos casos, un grupo de tan solo 30 mujeres en todo el mundo”.
De acuerdo con Burri, en la mayoría de los estudios se había tratado de localizar el ‘punto G’ con el uso de la ecografía.
La psicóloga puso a su equipo de investigadores del Kings College de Londres a trabajar sobre la existencia del ‘punto G’. No hubo un examen físico. Más de 3.000 mujeres, todas gemelas o mellizas respondieron a una encuesta en la que, entre otras cosas, se les preguntó si creían que tenían una pequeña área vaginal especialmente sensible.
Los resultados concluyeron que el ‘punto G’ como espacio bien situado y definido no existe.
El estudio -el más grande de su tipo hasta la fecha- fue publicado en el Journal of Sexual Medicine en 2010 y recibió cobertura mediática internacional.
Complejos sexuales
Aunque parece que ahora hay más educación psicosexual disponible, a Burri le preocupa todavía el hecho de que la representación social del sexo someta a hombres y mujeres a una presión considerable.
“La manera en que el sexo es representado en los medios de comunicación y en el cine a menudo nos proporciona una base de comparación que no siempre es realista para el individuo”, explica.
“Hay diferencias naturales y algunas mujeres tienen un gran apetito sexual, otras no. Por lo tanto, aunque los adultos parecen ser más conscientes de su sexualidad, puede resultar contraproducente”.
En los últimos años, Burri ha notado un aumento en la tasa de disfunción sexual femenina (DSF).
“Uno de los criterios de diagnóstico para la DSF es sentirse angustiado”, concluye. “Pero, ¿qué causa esa angustia? ¿Es la condición en sí misma o es lo que usted piensa que se espera de usted y lo que luego empieza usted a esperar de usted mismo?”
Andrew Littlejohn, Londres, swissinfo.ch
(Traducción: Marcela Águila Rubín)
http://news.google.com/nwshp?source=uds&q=%20disfun%C3%A7%C3%A3o%20sexual
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